Aprendizaje en Picos de Europa

Anillo Exctrem Picos de Europa

Coges como base Picos de Europa, Anillo Extrem Picos de Europa, un trekking exigente, paisaje espectacular, terreno rocoso, simas verticales que asustan, profundidades que llegan al abismo y unos desniveles importantes. Lo rellenas con unas esperadas vacaciones, más que esperadas unas ansiadas vacaciones con el objetivo principal de desconexión mental. Lo amasas con unas condiciones meteorológicas duras, un temporal de viento y lluvia. Lo espolvoreas con un grupo de montañeros. Lo horneas con los conocimientos y la sabiduría de nuestro guía. Y el resultado es…una voz que escuchábamos en medio del temporal de lluvia y viento que ante todo me transmitía seguridad.

Roca mojada subiendo a La Mazada, Picos de Europa

Pablo: «¡Todos juntos! ¡Todos juntos!
Grupo de montañeros: “Si Pablo si todos juntos!”

Esto es lo que respondíamos todos al unísono mientras nuestro guía, Pablo, nos daba ánimos y nos decía las cosas claras. “Chicos, nos queda mucho, no tiene sentido cambiarnos de ropa para mojarla de nuevo, vamos a continuar la ruta y seguir todos juntos”. Esto es lo que nos aconsejaba con muy buen criterio Pablo cuando llegamos a una pequeña cabaña de pastores, el refugio de Llago, un refugio no cuidado, situado poco antes de la mitad de la ruta donde nuestra idea inicial era pararnos para descansar, disfrutar de las vistas espectaculares y comer al sol. Desafortunadamente lo planeado distaba bastante de la realidad.

Nos amenazaba un temporal de nieve para finales de la semana que nos respetó durante los primeros días. Yo, como amante de los números y la estadística, calculaba una media de 40 minutos de sol diarios y, en principio se iba cumpliendo, pero de repente el tercer día, nos enfrentamos a un viento que nos tiraba, una lluvia que caía de lado y unas bajadas de temperaturas considerables.

Día de nieblas, lluvias y viento

Comenzamos la ruta programada ganando altura desde el refugio de Vegaredonda rodeando el Porru Bolu hasta llegar a Collado Les Marines. En principio el tiempo nos seguía respetando, con pequeños bancos de niebla, algo de lluvia y claridad, pero lentamente, mientras nos adentrábamos en el Jou de Las Pozas la lluvia comenzó a caer más fuerte, el viento mostró todas sus caras y la temperatura comenzó a descender. Continuamos por el terreno rocoso, todos callados, concentrados en nuestros pasos, nuestras pisadas, si había un paso complicado o una trepada difícil ahí estaba Pablo, preocupado por cada uno de los integrantes del grupo, protegiéndonos siempre, explicándonos donde podíamos pisar, cargando nuestros bastones en caso que fuera necesario y mostrando y transmitiendo ante todo tranquilidad.

Recuerdo los dedos de las manos congelados del frío, me acercaba a una roca con todo mi peso corporal y me dolían al doblarlos, constantemente me repetía a mí misma, “vamos Ruth, para delante, tienes que mover los dedos, necesitas agilidad, recuerda que la mente es inmensamente poderosa y como leí una vez, todos tenemos un instinto de supervivencia que desconocemos”.

“Por favor que pase la dichosa lluvia” “¿se me estarán congelando los dedos? Se me estarán presentando síntomas de hipotermia?”, ahora cuando lo expreso con palabras me río de mí misma, pero sí, hablo por mí, lo pase mal, llegó un momento en que tenía los pantalones empapados, los dedos congelados, la espalda helada por el sudor, las botas encharcadas y hasta tuve que hacer un pacto mental conmigo misma para sacar fuera los pensamientos negativos.

Llegando al Refugio de Vegabaño

La segunda parte del día se tradujo en más lluvia, viento racheado, descensos llenos de barro que se convirtieron en auténticas pistas de patinaje, más lluvia y así hasta que nos adentramos en el bosque de Sajambre donde, gracias al menor desnivel, ascendió la temperatura y hasta salieron unos rayos de sol. Finalmente, llegamos al ansiado, querido, y esperado refugio de Vegabaño, donde nos esperaba, al calor hogareño de una chimenea, una tarde de risas (la emoción después de los deberes hechos), anécdotas sufridas durante la mañana, sesiones de secado de ropa, ducha de agua calentita y una enorme sensación de satisfacción por el logro cumplido.

Ropa secando en el Refugio de Vegabaño. Gracias Nuria, Julián y Yago.

Y todo esto se traduce en aprendizaje, la montaña siempre manda, el material es importante y el esfuerzo mental es imprescindible.

¡Gracias Pablo!

Autor: Ruth R.V.

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