Ascenso al Kilimanjaro 2017 (II)

Ascensión al Kilimanjaro

El artículo viene de: Ascenso al Kilimanjaro 2017 (I)

A la hora convenida, con nuestros petates y mochilas preparados, nos recogen para un nuevo traslado, en esta ocasión nos vamos a la Puerta Marangu que da acceso al Parque Nacional del Kilimanjaro. A la entrada del parque, los tramites de permisos, el reparto de los materiales y alimentos para los próximos días entre nuestros porteadores lleva su tiempo, en Tanzania debemos ser pacientes y adaptarnos al modo de vida del país. El estrés, la rapidez y los horarios europeos de nada sirven aquí y solo lograrán  frustrarnos o desesperarnos, incomodando así nuestras vacaciones. Es intrínseco al viaje de aventura adaptarse a las costumbres y ritmo de vida del país para disfrutar y no arruinar nuestro viaje.

Puerta Marangu que da acceso al Parque Nacional del Kilimanjaro

El ascenso al Kilimanjaro comienza por el selvático bosque tropical con exóticas plantas y flores y algunos monos entre las ramas de los árboles. El sencillo camino nos lleva en unas tres horas al Refugio Mandara, un campamento con bonitas cabañas donde pasaremos la noche. Durante esta jornada, el trasiego de montañeros, porteadores y guías nos permite ver la gran demanda mundial que genera el reto de pisar la cima del Kilimanjaro.

Al día siguiente, siempre sin prisa, (Pole-Pole como dicen por aquí) nos dirigimos a un nuevo campamento, al Refugio Horombo. La ruta Marangu requiere menos infraestructura para dormir y cocinar porque disponemos de campamentos con cabañas en el trayecto. En cambio, la ruta Machame precisa más porteadores, llevar tiendas de campaña y más material para cocinar. En esta jornada dejamos atrás el bosque dando paso a un paisaje más abierto con matorrales y algunos senecios. El campamento, ubicado a 3.720 metros, nos resulta más frío que el anterior y debamos permanecer bien abrigados en todo momento. Las vistas sobre las últimas nieves del Kilimanjaro son muy buenas pero aún nos queda un largo recorrido para llegar hasta ellas.

Ascenso al Kilimanjaro por la ruta Marangu

En la tercera jornada recorremos el árido y pelado paisaje, en muchas ocasiones azotado por el viento, que nos separa del próximo campamento. Las vistas sobre el Kilimanjaro y el volcán Mawenzi será lo más destacado del recorrido. En cuanto llegamos al refugio de Kibo, a 4.720 metros, nos disponemos a descansar lo mejor posible, pero este año hay algo muy inusual en este campamento, ¡hay un grupo de música y se va a poner a tocar! Se trata de la banda de reggae-ska formada por surfistas de San Clemente, California llamada Tunnel Vision.

Camino al refugio de Kibo en la ascensión al Kilimanjaro

Por el momento nos vamos a nuestro aposentos para tratar de descansar, la jornada de cumbre la comenzaremos de madrugada y es muy importante recuperar energías. Tras poco tiempo descansando en nuestras literas, comenzamos a escuchar la música en directo del Tunnel Vision, algo que nos llama tremendamente la atención por lo que salimos a participar de tan singular festival. Nos unimos a cantar y aplaudir con todas las personas que ya rodean al grupo musical. Guías, porteadores, cocineros y turistas de diversos países disfrutamos de esta pequeña fiesta, fue algo sensacional e increíble. Para colmar de ánimo y alegría este precioso momento, uno de los guías del Kilimanjaro coge el micro y se pone a cantar “Jambo Bwana”, la famosa canción del Kilimanjaro. Aplausos, gritos y silbidos ponen fin al pequeño concierto dejándonos una gran sonrisa en nuestra cara.

Llega la hora, es medianoche y debemos afrontar el gran día. Nos espera una larga noche camino de la cima. El ritmo es lento, porque así debe ser, y nuestro frontal de luz ilumina la fría noche mientras vamos ganando altura. Tras varios descansos para hidratarse y comer algo, pasan las horas y llega el sol del amanecer para reconfortar nuestros cuerpos. Con el siguiente esfuerzo llegamos a Gillman’s Point, a 5.680 metros de altitud, ya queda poco pero la altitud se hace notar y cualquier pequeño esfuerzo supone aquí un gran esfuerzo. Los últimos metros para llegar a la cumbre del Kilimanjaro, con las nieves perpetuas a nuestro lado, son muy tendidos, con una inclinación del terreno muy suave, pero aun así nos cuesta mucho progresar. ¡Por fin, lo conseguimos, estamos en la cumbre! Alegría, lágrimas y abrazos inundan de emociones nuestra celebración. Con los sentimientos a flor de piel realizamos las fotos de grupo, individuales y con los guías de montaña que nos han acompañado hasta la misma cima. A estos guías y porteadores les damos una y mil veces las gracias, su ayuda ha sido fundamental para que lográramos nuestro objetivo. ¡Hemos conseguido llegar a cumbre todos los participantes del grupo! Es un triunfo.

Comenzamos el descenso. Para abajo caminamos más rápido y a medida que perdemos altura nuestros cuerpos se van recomponiendo y cada vez nos encontramos mejor. Desde un poco más abajo de Gillman’s Point el camino es muy árido durante varios tramos, permitiéndonos descender con agilidad y rapidez hasta el campamento Kibo. Tomamos un merecido descanso, comemos lo que podemos y continuamos con nuestro descenso hasta el refugio Horombo donde finalizamos nuestra jornada tras unas 12-13 horas.

Cumbre del Kilimanjaro, una grandiosa experiencia

La última jornada en la montaña nos servirá para recordar el día anterior y comentar lo vivido mientras caminamos hasta la puerta Marangu. Parece que no se acaban las emociones, aún nos queda despedirnos de nuestro formidable equipo de guías, porteadores y cocineros agradeciendo su buen trabajo. Tras repartir la típica y notable propina, nos trasladamos a nuestro hotel en Moshi.

En el hotel, después de una buena ducha nos reunimos con una cerveza en la mano para brindar por cada uno de nosotros mientras nuestro guía nos hace entrega de los diplomas que acreditan el ascenso al Kilimanjaro. ¿Y para cenar, qué hacemos, salimos a cenar a un restaurante de Moshi o cenamos en el hotel? Acompañados por nuestro guía y uno de los porteadores decidimos salir a cenar. Como ya comenté en otras ocasiones, la vida por estas latitudes va a otro ritmo distinto al europeo, con lo cual, una vez sentados en el restaurante, el tiempo pasa y los platos no llegan. Nos lo tomamos bien y disfrutamos del momento y la experiencia que es a lo que hemos venido y en un momento dado, un compañero muy sociable y simpático del grupo, Guillermo, decide entra en cocinas a echarles una mano. Las risas que nos pasamos junto con los cocineros del restaurante fueron uno de los últimos grandes recuerdos que este viaje nos dejó. Al día siguiente nos trasladan al aeropuerto para regresar a casa, poniendo fin a nuestro viaje a Tanzania.

Actividad realizada: Ascenso al Kilimanjaro y Monte Meru

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