Hola Montañeros y gente de buen caminar.
Hoy os quiero hablar de mi experiencia por tierras marroquíes, en concreto en el trekking organizado por “Trekkinea” “Cuatromiles en Marruecos”.
El viaje está organizado en 6 días, siendo el primero y el último destinados al desplazamiento, a y desde, Marrakech.
Marrakech es una ciudad en la que el extranjero se mueve alrededor la plaza de Yamaa el Fna. Esta plaza es un compendio raro, por el día están los encantadores de cobras, las personas con monos disfrazados, vendedores de zumos de frutas, etc.
Por la noche se retiran los animalitos y aparecen los “tocantes y bailantes”, los puestos de comida y se mantienen los vendedores de zumos de frutas 😊😊.
Desde luego la “fauna de la plaza” es tremendamente peculiar.
Desde ahí, también, se ve el minarete de la mezquita Kutubía, y también, desde la plaza, se puede acceder al zoco en donde puedes perder un montón de tiempo observando, o comprando, lo que te apetezca.
El hotel, justito, para que te vayas acostumbrando a las carencias de los refugios (eso sí, al ladito de la famosa plaza).
Al día siguiente, salimos en un cómodo mini bus hacia Imlil, en un viaje de hora y media, en donde comienza nuestro trekking. Ya nos acompaña Hassan, nuestro guía de habla hispana que se expresa bastante bien en castellano.
Al llegar, conocemos a nuestros muleros, que acarrean nuestros bultos y todo lo necesario para mantenernos comidos y bebidos en los siguientes cuatro días (uno no se imagina lo que puede cargar una mula hasta que lo ves con tus propios ojos).
Y arrancamos, el primer día es de calentamiento, ruta corta y no muy exigente, 10 km, cerca de 900 metros de subida y 400 de bajada, por terreno nada complicado y por sendero bastante marcado. La subida, continua, termina en el collado Tizi Mzik, desde donde tenemos unas vistas panorámicas fabulosas. Y ahí, a 2500 metros, te encuentras un tío exprimiendo naranjas para vendernos zumo, que evidentemente, no puedes rechazar y que te sabe a gloria.

Ahí nuestros muleros, que resulta que también son cocineros, te preparan una comida por todo lo alto, con ensalada marroquí y tajim de carne, que está para chuparse los dedos.

Y luego hay que seguir nuestro camino, pasando por un sabinar, hasta llegar al refugio de Tamsoult, a 2.250 metros, muy bien cuidado y que mejora a muchos de los refugios de montaña que existen en España.
Ahí, nuevamente, los muleros nos sorprenderían, primero con el té y después con la cena.
A la siguiente mañana, arrancamos hacia el refugio de Les Mouflons, ruta más exigente, de unos 15 km, 1500 m de subida y 600 m de bajada.
La ruta no es complicada, está bastante marcada, pero hay que superar buenas cuestas.
Primeramente, pasamos por la cascada de Irhoulidene, impresionante, luego afrontamos al canchal de Tiguinuria y alcanzamos el collado Aguelzim, desde ahí, a la izquierda, puedes ir al pico Aguelzim norte, y a la vuelta, desde el collado otra vez (en donde comemos el picnic que nos han preparado) al Aguelzim (a secas), punto más alto del día con 3.700 m aproximadamente.

Desde ahí, ya con vistas al Toubkal, bajada hasta el refugio de Les Mouflons.
El refugio, mucho más grande que el anterior, tipo Goriz o Urriellu, habitaciones grandes compartidas, mucha gente, mucho ruido… ósea, posibilidades de no pegar ojo (a lo que se une la altura del mismo 3200 m con uno de los efectos secundarios del mal de altura, el insomnio).
Después de la tarde de relax, té, cena y a la cama, a intentar dormir…
En este refugio, hay mucha gente que va para subir al Toubkal y que tienen pinta de no haber subido una montaña en su vida.
Al día siguiente (y madrugando bastante), en la subida, se confirma la predicción, los que tenían pinta de no subir, efectivamente, suben con mucha dificultad y los vamos adelantando por el camino (han madrugado más que nosotros).
La jornada no es larga, unos 10 km y 1200 m de desnivel, subiendo a los dos Toubkal, el principal y el del oeste. El terreno está bastante roto, lo que dificulta mucho la ascensión, pero técnicamente no es complicado (a lo que hay que añadir la altura que, sobre todo al principio, obliga a un sobresfuerzo añadido) y, por fin, después de pasar el collado del Toubkal a 3950 m. llegamos a la cima más alta del norte de África, el Toubkal con 4167 m (tenemos suerte y ni hace frio ni sopla el viento) y prácticamente solos podemos maravillarnos con las impresionantes vistas y podemos perder mucho tiempo en hacer fotografías con la pirámide, que hay en la cima, como protagonista.

Después, de vuelta al collado, nos enfrentamos a la subida al Toubkal oeste (4030 m), con alguna trepadita entretenida, pero también fácil de conquistar. Desde su cima tenemos impresionantes vistas al coloso del Atlas.
Una vez conquistada la cima y hechas las fotos, nos disponemos a bajar al refugio, que nos hemos ganado la comida y la siesta.
Tarde de relax, té, cena y pronto a la cama que la siguiente jornada arranca de noche.
Y arranca el último día de trekking, a por los otros dos cuatro miles (día duro, ruta de 24 km, 1300 m de subida y 2500 m de bajada). A las cuatro y media de la mañana arriba, y a las cinco a caminar, a oscuras (imprescindible frontal que funcione 😊 😊). La primera parte, a oscuras, afortunadamente no es muy complicada y, cuando nos enfrentamos a un gran nevero, ya se empieza a ver sin necesidad del frontal. El nevero, en esta época del año, junio, no necesita crampones, porque la nieve está muy rugosa y la bota agarra, eso sí, algún resbalón y susto te puedes meter.
Una vez en el collado Ouagane (3800 m) pasado el nevero, nos enfrentamos a una zona de trepadas, muy entretenida, con buenas manos y pies, pero sin patio, hasta llegar a una especia de planicie en donde vemos nuestros dos picos del día, el Timesguida y Ras Ouanoukrim, el primero de 4088 m y el segundo de 4083, cuyas cimas alcanzamos sin ninguna dificultad. Volvemos a tener suerte con el viento y en ambos picos podemos disfrutar de las vistas y hartarnos a hacer fotografías.

La bajada por el mismo camino, el nevero, más blando que a la subida, se salva deslizándote por él y en poco tiempo en el refugio, en donde nuestros muleros nos han preparado su última comida (impresionante lo de esta gente, comida sana y abundante, no te quedarás con hambre, te lo aseguro).
Y nada más comer, la segunda parte de la ruta, larga y tediosa, unos 13 km, con solazo de justicia, pero toda ella de bajada, con una parada a la mitad para tomar un zumo de naranja, en una especie de santuario islámico en Sidi Chamarouch, para continuar bajando hasta un poblado Bereber llamado Tamatert, en donde tenemos alojamiento en una especie de casa rural (con camas como es debido) en donde terminamos el día y en donde, por fin, el que escribe puede dormir en condiciones 😊😊.
Por cierto la casa rural está después de una buena cuesta que sabe a h… y al lado de una mezquita que a las 4.15 de la madrugada te recuerda que estás en un país musulmán.

Al día siguiente, solo tenemos tiempo para coger el bus e ir al aeropuerto, la temprana hora de salida del avión no nos da margen para continuar con la visita de Marrakech.
Y esta es mi experiencia. El guía marroquí, Hassan, muy bien, los muleros-cocineros, mejor que bien. Pablo, de Trekkinea, super pendiente de nosotros, y los compañeros de ruta, fenomenales. Una gran experiencia, sin duda.
Autor: Luismi