El siguiente día, después de las lluvias, aún había senderos cerrados por el gobierno de la isla, por lo que realizamos una ruta que sí estaba abierta. El taxi nos trasladó al norte, al pueblo de Porto da Cruz desde donde comenzamos la impresionante ruta que discurre por la Vereda do Larano, tallada en la roca, al borde del abismo sobre el mar. Esta ruta de senderismo en Madeira tiene magníficas vistas sobre la Punta de San Lorenzo, el océano Atlántico o los pueblos de Porto da Cruz y Machico. En realidad es un sendero que ancestralmente sirvió de vía de comunicación entre ambos pueblos. Hicimos nuestro almuerzo en el Mirador de Boca do Risco y descendimos hasta la playa de Machico donde nos dimos un excelente baño. Rematamos el día con una cerveza Coral, la de la isla.
La penúltima ruta prevista la pudimos realizar tal cual la teníamos prevista. Quizás la más salvaje, la más auténtica. Corta en distancia y desnivel pero amplia en cuanto a exuberancia y autenticidad. Como siempre en esta ruta, no encontramos ni a un solo turista, eso sí, tuvimos que cruzar arroyos, caminar por incómodos y resbaladizos senderos… Nos adentramos en uno de los grandes bosques de laurisilva, declarados Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco desde 1.999. Inmersos en la frondosidad de esta selva forestal fuimos ascendiendo en busca de la primera cascada denominada Rabo do Burro. El lugar es grandioso, con los distintos colores verdes, la superabundante y espesa vegetación. Pasamos los dos delicados trayecto, equipados por un cable para ayudarnos a progresar y alcanzamos la segunda cascada con su poza de agua, el Pozo las Pulgas. Continuamos con el sutil e inverosímil sendero hasta salir a una pista de hormigón que nos comunica con el inicio del sendero. A la salida parece imposible que hayamos estado metidos en ese gran bosque, en ese santuario natural. Para rematar el día nos fuimos en nuestro taxi hasta el tranquilo pueblo de Encumeada para tomarnos una cerveza y celebrar este gran día.
Todo llega a su fin y como última ruta hicimos la que estaba prevista. La subida hasta Lombo do Mouro debía regalarnos unas excelentes vistas del centro de la isla y de las montañas más altas de Madeira pero la niebla tan solo nos permitió algunos momentos de visibilidad. Recorrimos la Levada del Monte Medonho y finalizamos en un punto de la carretera donde el taxi debía recogernos. Pero como la carretera se encontraba cortada por un desprendimiento, tuvimos que caminar una par de kilómetros más hasta donde el taxi puedo acceder. Finalizada la ruta nos fuimos a conocer los pueblos de Ribeira da Janela y Porto Moniz, que con su piscinas naturales de agua salada junto al mar son un gran atractivo turístico. El viaje a Madeira siempre nos premia con una sensacional experiencia, nos regala momentos inolvidables, nos permite conocer lugares de excelsa belleza, nos permite realizar turismo de forma tranquila y nos deja muy buen sabor de boca. Madeira es un lugar donde nos gusta volver a disfrutar de la vida y nos llena de magníficos recuerdos.
La primera parte del artículo viene en este enlace: Trekking en Madeira junio 2023 (I)
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