Y de nuevo, el 9 de octubre, iniciamos otro Anillo de Picos de Europa más, en este caso su versión más corta y sencilla el Anillo Vindio de Picos de Europa. Teníamos cuatro días por delante en los que anunciaban buen tiempo y así lo disfrutamos.
Debido a las restricciones por el COVID-19, los refugios seguían con aforo limitado, por lo que era complicado encontrar plazas libres para un grupo. En este caso tuvimos que cambiar el orden del circuito y comenzar en los Lagos de Covadonga rumbo a Vegarredonda. Para evitar el camino habitual y sencillo que accede al refugio, nos adentramos por la majada del Tolleyu ascendiendo hasta la Vega de Aliseda. Seguimos entonces el caótico camino que une los refugios de Vega de Ario y Vegarredonda y ascendimos a la cumbre del Conjurtao, una montaña de modesta altura pero que nos regala una estupenda vista. Este itinerario siempre sorprende, un continuo sube y baja con ausencia total de camino en el que orientarse resulta complicado, nos sumerge en la esencia de lo que Picos de Europa significa. Ubicados ya en Vegarredonda, una ducha y una buena cena dan paso a una estrellada noche donde Alfonso, un compañero de viaje, nos explicó unas cosas del firmamento. En el alojamiento me encuentro con Charo e Idoia, dos compañeras de viaje con las que coincidí en Nepal, en 2017 en el Trekking del Annapurna.
Al día siguiente ponemos rumbo por Llampa Cimera, Fuente Prieta, el Jou las Pozas, Vegahuerta, la Canal del Perro y el bosque de Vegabaño, a uno de los refugios más acogedores y bucólicos de Picos de Europa: el refugio de Vegabaño. La larga etapa se desarrolló con normalidad, descubrimos estupendos rincones, contemplamos grandes montañas y comimos mirando al macizo central de Picos de Europa, ¿se puede pedir más? ¿Es lo que íbamos buscando? En el acogedor refugio nos recibe Nuria y Julián con ellos siempre es un placer charlar y aprender. Nos dimos una buena ducha en las “exóticas” duchas exteriores que miran hacia el bosque y hacia Peña Santa, sin duda uno de los placeres de la ruta. Esa sensación de libertad, de aire puro…no sé, esas duchas algo mágico tienen que nos encantan.
La tercera etapa tiene como objetivo llegar al refugio Vega de Ario. Es una etapa demasiado larga, por lo que contaremos con el apoyo de Valdeonissimo Taxi para trasladarnos desde Caldevilla de Valdeón hasta Caín. La ruta es muy variada, comenzamos recorriendo los bosques de Sajambre y a continuación caminamos por los de Valdeón. Los colores del otoño ya se empiezan a notar, enriqueciendo las vistas y el entorno de la travesía. El taxi nos deja en Caín y comenzamos a caminar una parte de la ruta del Cares que está saturada de gente. Es una barbaridad la cantidad de gente que hace esta ruta, creo que el Parque Nacional tendría que poner un poco más de orden. Nosotros llegamos al desvío de la Canal de Culiembro y nos sentimos aliviados después del estresante tramo ruta del Cares. Por delante queda mucho desnivel de subida pero paso a paso vamos descubriendo rincones como la majada de Ostón. Tras superar el intrincado camino que nos lleva al refugio Vega de Ario, también llamado Marqués de Villaviciosa celebramos el final de esta gran etapa con una cerveza y queso Gamoneu, un placer poder disfrutar de estos momentos aquí arriba.
El último día, para no descender por el camino habitual que une el refugio con los Lagos de Covadonga, tomamos otro camino alternativo. Seguimos el camino de las majadas que nos lleva por Arnaedo, Parres, La Güelga y Belbín hasta el Lago Ercina. En Arnaedo nos encontramos a Juan, un pastor de toda la vida que arregló aquí su cabaña y de vez en cuando viene a pasar noche y vigilar su ganadería. Nos cuenta que parece ser que en el Lago Enol han visto “un monstruo” o más bien algo indefinido y que la noticia está en la prensa. Nosotros no sabemos nada, llevamos cuatro días desconectados y disfrutando del Anillo Vindio de Picos de Europa.
