Ascenso al Monte Kenia y Kilimanjaro (II)

Ascensión Kilimanjaro

Desde el aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta de Nairobi tomamos el vuelo al pequeño Aeropuerto Internacional del Kilimanjaro. Tras recoger nuestros equipajes nos espera a la salida nuestro guía para trasladarnos a nuestro hotel en Moshi. Tras una reunión con nuestro guía del Kilimanjaro para explicarnos los detalles de los próximos días y resolver últimas dudas, nos disponemos a preparar la mochila y el equipamiento para el ascenso al Kilimanjaro.

Con la previa aclimatación en el Monte Kenia lo más común es ascender por la ruta Marangu al Kilimanjaro. Desde el hotel, una furgoneta taxi no lleva a la Puerta Marangu, lugar de entrada y salida en nuestro periplo por el Parque Nacional del Kilimanjaro. Aquí se encuentran las oficinas del parque y debemos registrar nuestra entrada, algo que suele llevarnos bastante tiempo porque el ritmo de vida y trabajo de aquí es muy diferente al europeo. En estos viajes de montaña y aventura debemos tratar de ser flexibles y adaptarnos al país que visitamos, nuestro estrés o impaciencia puede incomodar nuestro viaje y hemos venido a disfrutar. Es muy enriquecedor hablar con los habitantes locales de la zona, son gente encantadora. Hablar e intentar integrarse con guías, porteadores o guardas puede ser uno de los mejores recuerdos y experiencias que nos traigamos de vuelta.

La primera caminata nos adentra en la tupida jungla, sería imposible caminar por otro lugar que no fuera el camino  marcado. Como el almuerzo de mediodía se suele hacer durante la ruta, cada día nos dan un picnic que suele estar compuesto de un zumo, un pequeño sándwich, una pieza de fruta, un huevo cocido, un trozo de bizcocho y unos frutos secos. Llegamos a nuestro alojamiento, el Refugio Mandara, compuesto por varios barracones en medio del bosque tropical. Sobre los arboles fotografiamos los preciosos colobos, un monos de color blanco y negro que a menudo juegan entre ellos para expectación de los turistas. Una vez alojados en nuestras habitaciones salimos a dar un breve paseo por los alrededores del campamento. Como es muy importante la constante hidratación para mejorar nuestra aclimatación a la altitud, cada día nos sirven abundantes infusiones acompañadas de galletas o palomitas. A veces nos excedemos y después cuesta comer algo a la hora de la cena.

Campamento Mandara

En la siguiente etapa continuamos subiendo y vemos el Kilimanjaro con sus nieves perpetuas que destacan en la lejanía. El bosque va quedando atrás dando paso a un paisaje de vegetación más baja, tipo matorral, donde lo más destacado son los senecios gigantes. Durante la marcha nos tomamos el picnic y por la tarde llegamos a nuestro destino, el Refugio Horombo a 3.720 metros. El campamento está formado por varios barracones, algunos de ellos son dormitorios y otros son comedores comunes donde coincidimos con grupos de personas de multitud de países. Como nos sobra tiempo, salimos a dar un breve paseo hacia las rocas de Zebra, alcanzando casi los 4.000 metros y regresando a nuestros aposentos.

A medida que subimos la vegetación va desapareciendo por lo que hoy recorremos un paisaje desértico, en muchas ocasiones azotado por el viento. Puede parecer un paisaje triste pero el solo hecho de estar aquí con el Kilimanjaro ante nosotros y el volcán Mawenzi a nuestra derecha hace que nos sintamos privilegiados de estar donde estamos y de hacer lo que estamos haciendo. Por la experiencia de otros años, la llegada al campamento o refugio de Kibo, a una notable altitud de 4.720 metros, suele suponer que algunas personas comencemos a tener alguna molestia como dolor de cabeza, falta de apetito…pequeños síntomas de mal de altura. Una buena hidratación y descanso suele hacer desaparecer estas pequeñas molestias para permitirnos intentar el ascenso al Kilimanjaro en la próxima jornada.

Ascenso al Kilimanjaro

La subida al Kilimanjaro se inicia en plena noche, en torno a las 0:00 – 1:00 horas. Se organiza de este modo para llegar a cumbre al amanecer o poco después, justo antes de que las nubes cubran la cumbre, tal como sucede casi todos los días en esta montaña. Es decir, llegar a cumbre bien avanzada la mañana o a mediodía supondrá, casi con toda seguridad, que no tengamos vista alguna desde la cima y no podamos disfrutar de este gran momento. Nada más salir del campamento ya se ve la serpiente de luces de los grupos más madrugadores. Pole Pole (poco a poco), a un ritmo muy lento y muy bien abrigados progresamos en nuestra subida por los continuos zigzag. Adelantamos algunos pequeños grupos y comenzamos a ver personas que están bastante afectadas con el mal de altura, en concreto, vemos un hombre tirado sobre el suelo y sus guías tratando de animarle y darle té caliente. A la bajada nos enteramos que había fallecido, una muy mala noticia que no esperábamos recibir. Continuando con nuestro camino, de vez en cuando vamos realizando paradas para beber y comer algunos frutos secos. A partir de Gillman’s Point, a 5.680 metros de altitud, nos encontramos algo de nieve nueva pero que no impide nuestra progresión hasta Stella Point, lugar donde confluimos con la ruta Machame. El resto del camino es muy tendido y sencillo pero siempre supone un gran esfuerzo que si no fuera por lo cerca que se ve la cumbre, más de uno nos daríamos la vuelta. Por fin llegamos, estamos en la cumbre del Kilimanjaro cumpliendo uno de nuestros sueños. Los abrazos entre nosotros y con los guías y porteadores que nos han acompañado hacen brotar algunas lágrimas, tenemos los sentimientos a flor de piel y todo es alegría. No es para menos, ¡todos los componentes del grupo hemos conseguido llegar a cumbre! Es un éxito.

A pocos metros de la cumbre del Kilimanjaro

El regreso al campamento es mucho más rápido. Cuanta más altura perdemos mejor nos vamos encontrando. Pasado Gillman’s Point el serpenteante camino de subida se convierte a la bajada  en un sencillo, árido y amortiguado camino por el que vamos cogiendo atajos que nos posibilita bajar con facilidad y rapidez hasta el campamento Kibo. Aquí abajo volvemos a felicitarnos, tomamos el almuerzo y descansamos un buen rato. Tras rehacer nuestras mochilas emprendemos camino al ya conocido refugio Horombo, al cual llegaremos después de 12-13 horas de esfuerzo.

La etapa final es un placer. Durante la bajada, nuestro tono de voz, nuestro entusiasmo o los comentarios sobre la bonita experiencia que nos llevamos denota nuestra alegría. En la puerta Marangu brindamos con una cerveza Kilimanjaro y decimos adiós o hasta la próxima a nuestro magnífico equipo de guías, porteadores y cocineros. Nuestro hotel en Moshi cumple todos los requisitos para relajarnos después de una buena ducha y decidimos quedarnos aquí a cenar en vez de salir a la aventura al pueblo. Después de la cena haremos la entrega de diplomas que acredita nuestro ascenso al Kilimanjaro, la montaña más alta de África.

El último día en Tanzania disponemos de tiempo antes de tomar el vuelo por lo que salimos a conocer el mercado local de Moshi. Se debe tener mucha precaución en estos mercados, nosotros íbamos acompañados de nuestro guía local que es lo más recomendable. Lo mismo hicimos en el enorme mercado de Addis Abeba en Etiopía cuando realizamos el viaje a las montañas Simiens. Moshi tiene una población que ronda los 150.000 habitantes. Su mercado es extenso, con puestos de venta unos pegados a otros donde podemos encontrar verduras, frutas, pescado seco, antigüedades o coloridas ropas. Nos llamó mucho la atención la fruta y decidimos comprar maracuyá y unos aguacates a la señora de uno de los puestos que era muy simpática y, aunque no teníamos un idioma común que no fueran los signos y la palabra dólar, nos echamos juntos unas buenas risas hasta entendernos. La alegría de la señora por la venta y su risa, se acabó contagiando a todos los puestos de venta a su alrededor provocando un momento divertido. Por supuesto pagamos la fruta a precio de mzungu (turista) y no a precio local, pero eso poco importa. Continuamos visitando algunas zonas de la ciudad y a la hora convenida nos pasaron a recoger para trasladarnos al aeropuerto y regresar a casa. ¡Hasta la próxima, Tanzania!

Comprando fruta en el mercado de Moshi

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