Los viajes de montaña en grupo, cada día son más demandamos por las personas que les gusta la montaña y desean compartir experiencias con personas como nosotros, con afinidades comunes. En las rutas desean descubrir montañas, pueblos, gentes… desean hacer deporte, turismo saludable, conocer la gastronomía de la zona etc. Durante el viaje todos hablamos y contamos experiencias de nuestra vida, todas las personas aportamos nuestras vivencias, nuestros recuerdos, enriqueciendo así al grupo y favoreciendo la cercanía y cohesión de unos con otros.
Quizás hacer amistades o conocer a tu próxima pareja no sean objetivos de las personas que participan en los viajes en grupo, pero después de catorce años organizando estas actividades, podemos asegurar que han surgido grandes amistades y muy buenas relaciones.
Antes de apuntarnos a un viaje de montaña, debemos ser responsables y saber si estamos preparados para afrontar la aventura. Si estamos acostumbrados a caminar por la montaña o tenemos una buena forma física para disfrutar de la actividad, vamos a favorecer la buena marcha del grupo, llevaremos a cabo las etapas de nuestro viaje con tranquilidad, y el éxito estará asegurado. Debemos fijarnos bien en los desniveles que requiere cada jornada e informarnos del tipo de terreno por el que transitaremos. Si además vamos a estar en zonas de alta montaña, donde la altitud puede ocasionarnos algún problema de salud, debemos informarnos e ir bien preparados. Realizar un trekking por Pirineos, Picos de Europa, Marruecos, Nepal o ascender al Kilimanjaro nos exige un compromiso con nosotros mismos y con el resto de los compañeros de viaje. Todos somos responsables de la buena marcha del grupo.
No solo debemos tener la suficiente forma física para afrontar la parte deportiva de la actividad, tan importante o más es la preparación mental y nuestra buena disposición para participar en el viaje, viaje en el cual, es posible, que no conozcas a ninguno de los participantes. Una mente abierta, ganas de pasarlo bien, superar las dificultades con nuestra mejor cara, mantener una actitud positiva, integrarse en el grupo, adaptarse a la vida local de país, preguntar o hablar con los compañeros y gentes locales, será una excelente forma de crear un buen ambiente para el grupo.
Los imprevistos que puede haber en los viajes de montaña, no pueden dejar que te amarguen el viaje. En estas actividades de aventura, este es el juego al que hemos venido, nos hemos arriesgado a que no salga bien todo lo que esperamos pero cuando vuelves a casa vas a añorar aquellos momentos, aquella experiencia que te sacó de tu zona de confort.
En los viajes de mayor envergadura, como el ascenso al Kilimanjaro, el Monte Ararat, el Trekking del Everest, del Manaslu o el ascenso a una gran cumbre como el Island Peak o el Lobuche, ponemos todo nuestro empeño en conseguir nuestro objetivo pero quizás, mentalmente, no estamos suficientemente preparados para no alcanzar nuestro objetivo. El mal de altura no nos permite continuar, nuestra forma física no es la adecuada, nos hemos puesto enfermos etc. Debemos frustrarnos lo menos posible, es fácil decirlo cuando estamos en la comodidad de nuestra casa o cuando vemos a otra expedición por la televisión, pero cuando somos nosotros mismos los que estamos inmersos en la situación, a veces, no parece que lo tengamos tan claro. Cuanto más grande es nuestro propósito más empeño ponemos en alcanzar nuestro objetivo. Seguro que han sido muchos meses pensando en esa ilusión, seguro que hemos invertido mucho tiempo y dinero en nuestro viaje pero cuando no puede ser, debemos comprender la situación y aceptarla cuanto antes.
Sirvan estas letras a modo de reflexión para cuando nos inscribamos a un viaje de montaña y aventura. Desde un trekking a los Picos de Europa, a los Pirineos o al lejano Nepal o Mongolia, cada aventura tiene sus dificultades, sus imprevistos o sus incógnitas, y es aquí donde está nuestra superación, que quizás es la esencia de lo que hoy llamamos aventura.